Cuando nació, los médicos encontraron un pequeño pergamino atado a su tobillo. Decía:
"Atención: Esta Analía es un modelo experimental. Puede presentar fallas en la percepción del tiempo, cambios inesperados de identidad y episodios de poesía involuntaria. No exponer a la lógica. No intentar comprenderla."
Los adultos la criaron con cautela, pero pronto descubrieron que era imposible seguir las instrucciones. A los cinco años hablaba en rimas sin darse cuenta. A los diez, respondía preguntas que aún no le habían hecho. A los quince, desapareció de una fotografía familiar y nadie pudo recordar si alguna vez estuvo allí.
A los treinta, descubrió su verdadera función: era un prototipo de Analía diseñado para desafiar la realidad. Sus pensamientos generaban paradojas, su risa doblaba las leyes de la física, y su sombra (posiblemente la misma que había alquilado Analía39) caminaba en sentido contrario al sol.
Una noche, alguien intentó reiniciarla apretando un botón imaginario en su espalda. Analía44 se desvaneció por un instante… y luego reapareció en un universo paralelo donde todo era exactamente igual, excepto que el cielo tenía sabor a limón.
Nadie sabe cuántas veces ha cambiado de dimensión desde entonces. Tal vez esta historia ya la contó en otro mundo, con otro nombre, con otra voz.
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
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